martes, 14 de julio de 2009

El arte de terminar una relación sin tanto drama

Aparte de parir, sacarnos una muela y los dolores de la vida, no hay un dolor más intenso y profundo que el que sentimos cuando nos parten el corazón.
Cuando pisotean nuestro orgullo y por la ventana salen volando sin control nuestras ilusiones. Esa sensación de vacío permanente en el estómago que nos lleva a sentir que nos ahogamos, que nos falta el aire. El dolorcito fastidioso en Do sostenido que se nos incrusta en el alma y en la mente obligándonos a concentrarnos en imágenes dolorosas y en recuerdos amargos que por más que lo intentemos, se rehúsan a salir de nuestra memoria.
Si a esto le sumamos una característica muy masoquista actitud de auto flagelarnos y que se resume en leer y releer ¿sus¿ cartas de amor (las de hace más de tres años, por supuesto), ver una y otra vez fotos de cuando eran felices, llamar nuestras amigas socialmente activas para que nos cuenten si lo han visto por ahí, que tenía puesto y con quién andaban del brazo y la típica llorada a moco tendido al escuchar las veces que sean necesarias la canción que le recuerda a su ex, la que le dedicó justo antes de hacerse novios, terminar una relación sentimental en la mayoría de los casos es infame
Más aún si con quien queremos terminarla lleva mucho rato desequilibrándonos tanto física, como económica, mental y emocionalmente.
Sí, terminar una relación no es para nada fácil, para qué engañarlos. Se necesita de nervios de acero para intentar seguir adelante con nuestras vidas, peor aún con el corazón roto y el orgullo por el piso.
O piénselo bien con la mano en el corazón, acaso no es lo mismo que sentimos contra ellas cuando son ellas, valga la redundancia, los que terminan mal una relación con nosotros.
Es decir, cuando nos ponen los cachos y nos enteramos de la manera más cruel, cuando se convierten en seres hostiles y agresivos sin que sepamos bien por qué, cuando se vuelven tan poco detallistas que con dolor alcanzamos a adivinar que su actitud no es más que una estrategia maquiavélica para deshacerse de nosotros (a)? La traición señoras viene en una amplia gama de formas y colores, es un hecho. Así como lo es que quien traiciona mal, del traicionado recibe una reacción peor. Entonces cómo decirles adiós bien, sin que ella (o) nos reste posibilidades para volver a tenerlas(as) en nuestras vidas como amigas(a) al menos. O como un posible ¿repechaje¿ en un futuro? La clave está en terminar bien... sin tanto drama.
Pero, en qué momento debe terminar una relación? Cuando, a pesar de las señales obvias, por fin descubrimos una traición, cuando presas del tedio decidimos buscar nuevos rumbos o, tal vez, cuando cansados (as)de tanto drama, con llanto herido, portazos y escenitas cursis de despecho nos obligan a partir cobijas? Por qué llegar a los extremos y elegir terminar mal cuando es mucho conveniente para ambas partes admitir que sencillamente no funcionó?
La razón no es tan simple. Porque a uno de los dos siempre le dolerá más que al otro. Porque cuando nos embarcamos en una relación sentimental es inevitable no ilusionarnos con un final feliz. Porque cuando ocurre una desconexión emocional alguno de los dos no estará preparado para asumir que tal vez sí se acabo. Cuando ambas partes así lo determinen sería el ideal, de acuerdo.Pero en la mayoría de los casos no sucede así. De hecho, muchas relaciones terminan mal porque uno de los dos no lo acepta o porque a alguno de los implicados en el doloroso asunto, es decir, al que decida romper la relación primero, le faltará tacto para decir adiós. Y nadie se ha inventado todavía una fórmula efectiva para evitar el llanto que produce un desengaño. La sensación de fracaso y de frustración que viene tras una ruptura sentimental, es cierto. Como también lo es que hay maneras de terminar las cosas sin que tras amarnos terminen también odiándonos.
Terminar bien una relación es su decisión. He aquí unos trucos para partirles el corazón como todas unas personas. Para que, encima de todo, hasta se lo agradezcan!

ESCOJA EL MOMENTO PRECISO
Ni tras una pelea, otra de las que tantas han tenido antes de tomar la decisión. Ni durante su fiesta de cumpleaños, ni mucho menos dos meses de haberse embarcado en otra relación.
El momento ideal para partirle el corazón a su pareja es tal vez nunca pero si siente que debe hacerlo, por el bien de los dos, o solo para el suyo (el egoísmo también sirve para disipar los nervios) lo importante será escoger el momento menos traumático para él. Es decir, uno en el que ambos estén calmados, dispuestos a conversar y en el que permita que fluya la sinceridad.
Tampoco se sobreactúe e invente cena romántica en Paris para mandarla(o) a volar. Le sale mucho más practico y económico hacerlo sin tanto aspaviento.
Lo que sí deberá tener siempre en cuenta es que su pareja, a menos que esté tan decidida como usted o que sea ella la que ya tiene a otra persona en remojo, nunca lo tomará bien al principio. Pero dependerá de su tacto el hacerle entender que es una decisión sana que deben tomar y que algún día va a aceptar.
Si mis cálculos no fallan, de igual manera lo odiará por un buen tiempo, pero está más que comprobado que algún día se le pasará y, lo mejor de todo, hasta apreciará su gesto de honestidad. Si supiera que ese gesto se llama....... y que lleva meses haciéndole la vuelta. La clave está, recuerde, en que NUNCA se entere antes de tiempo, es decir, antes de que, si es tan evidente, USTED se lo diga primero o que anuncie su compromiso matrimonial con su nueva víctima, quiero decir, conquista.

NO SE HAGA LA VICTIMA
Es típico de la persona que termina con otra, caer en el juego de la victimización. Más aún en el caso de las mujeres. Unas verdaderas expertas en culpar a los demás de todos nuestros fracasos.
De alguna forma, actuado o inventado, el asumir las posición del que más sufre, creemos erróneamente que justifica nuestras acciones.
Pero si tras de partirle el corazón a esa persona que seguramente ya tiene escogido hasta el anillo de compromiso, usted insiste en pasar por encima de su sufrimiento y concentrarse más bien en el suyo, no solo pecará por egoísta sino también por desconsiderada. Deje y permita mas bien que su pareja le manifieste todo el dolor que está sintiendo. Consuélela pero eso sí, no le de esperanzas. Ilusionarla en vano podría ser, incluso, peor.

TAMPOCO SEA INSENSIBLE
Volvemos al punto de la consideración. Porque es muy poco probable que se pueda culpar del fracaso de la relación a una sola persona. Para fallar se necesitan dos: una que quiso más que la otra, una que aguantó más que la otra, una que se esforzó mas que la otra o, como ahora, una de las dos seguramente esté más convencida de terminar más que la otra.
O, peor aún, una de las dos que ya tiene planes distintos de vida que no incluyen a su actual pareja. Entonces si evidentemente una de las dos personas involucradas sufrirá más que su contraparte, tenga tacto y no rompa la relación como si se tratara de la cancelación de una cita donde el odontólogo.
No termine dejando un escueto mensaje en su celular, ni por e-mail con un mensaje de texto.
La diferencia entre una verdadera dama o un caballero es que estos siempre elegirán hacerlo de frente y, por supuesto, en persona. Créame que por lo menos algún día le agradecerán su valentía. O, en el mejor de los casos, su decencia.


SI PUSO LOS CUERNOS, DIGALO
Sé que es difícil y hasta vergonzoso, en algunos casos. ¿Cómo terminar de partirle el corazón a su nuevo ex, contándole detalles explícitos de su aventura romántica el pasado fin de semana con su entrenadora personal del gimnasio?. Y tampoco es para sobreactuarse, de hecho hacerlo, raya en la tortura.
Y así se sienta tentada a acabarlo de una vez por todas, entre menos detalles cuente si no quiere que se le convierta en un psicópata obsesivo, mejor.
Sólo y muy por encima, cuéntele que siente que es hora de conocer a otras personas.
Disimuladamente cuente que se dio cuenta porque alguno ya le está pareciendo atractivo.
Eso, para que de antemano pueda prepararlo sicológicamente para verla con otra persona.
Especialmente cuando estamos por terminar un ciclo de algo con alguien, no hay nada que una persona herida aprecie más en un futuro, que la sinceridad. No invente historias, no le eche la culpa al otro, simplemente y así duela, diga la verdad. No hay nada que logre agriar mas eficazmente un sentimiento bonito que descubrir un tiempo después la verdadera razón por la cual les hemos partido el corazón. Y créame, no hay nada oculto entre cielo y tierra.

La verdad es como un corcho sumergido, decía una amiga, algún día sale a flote. Entonces si pretende seguir adelante con su vida sin ocasionarle mas daño a esa persona con la que esta terminando, cerciórese al menos de dejar las cosas claras, de poner las cartas sobre la mesa y de prepararla sicológicamente para lo que ha de venir. Es decir, posiblemente verlo del brazo de otro en un futuro no muy lejano. Es preferible aguantarse la pataleta, una llorada o hasta un grito, que el odio eterno y la mala energía de esa persona a quien por la razón que sea traicionamos en secreto.

TERMINE DE UNA BUENA VEZ
Nada de dejar la puerta entreabierta, de llamar de vez en cuando para saber cómo esta. Nada de fingir consideración y extralimitarse en sus funciones de sicóloga de cabecera. Ya se le pasará, créame.
Más aún si lo que se les pasa por delante un hombre fortachon. Si usted no tiene la habilidad, eso si con mucho tacto insisto, de ponerle punto final a una relación, estaría embarcándose en una situación peor. Y, para estar colgando créame que es mejor caer.
Es preferible hacerlos sufrir mucho, o mas bien TODO, de una buena vez que ponerlos a seguir sufriendo de a poquito todos los días de su vida. Por el bien suyo y el de su pareja, es necesario que tras romper una relación, se aleje por un rato y simplemente deje que la otra persona viva su duelo y lo supere a usted también.
Aguántese el orgullo herido, ese que normalmente nos ataca, una vez que egoístamente hemos comprobado que ya somos para ellos ¿un tema superado¿, tanto, que ya están aparentemente muy felices con otra y no lo busque.

Los hombres, en su mayoría pues somos realmente predecibles, a diferencia de las mujeres, nos gusta pasar nuestro duelo acompañados. Generalmente de una que tenga mejor cuerpo y menos cultura que qu ellas. No se engañe, NO la engañe a ella y no caiga en el juego del orgullo herido, ese que nos lleva a volver con ellas para no dejarle el camino libre a otro.
Recuerde más bien por qué era que quería acabar su relación y le aseguro que llos mismos motivos por los que ya no quería estar a su lado, serán exactamente los mismos por los que si vuelve va a querer nuevamente salir huyendo de ella. Para lograrlo y evitar la tortura sicológica, cambie de amigos, de sitios a los que irá de ahora en adelante, de rutina y hasta de número de teléfono si es preciso.

NO LE DEJE MALOS RECUERDOS
así como escoger el momento ideal es fundamental, también lo será escoger el lugar perfecto para decirle adiós.
No termine una relación en el lugar favorito de su pareja. En el restaurante donde se conocieron por primera vez, por ejemplo. En el parque donde por primera vez le dijo que la amaba o en ¿su¿ casa. Es imperdonable que encima de todo el dolor usted lo deje con los malos recuerdos en su propio territorio. Usted se podrá ir tranquilamente pero es esa persona quien se quedara a recordarla mal por el resto de su vida.





La mayoría de las relaciones modernas terminan por rezones tan tontas como: ¿es que ronca¿, ¿ya nunca me dice flaquita¿, ¿no me gustan sus amigos¿, ¿se viste mal¿, ¿esta mañana habló con la boca llena¿, ¿no soporto su colonia¿. Recuerde que más que causales de divorcio, son pequeñeces, estupideces propias de la cotidianidad de la vida en pareja que deberá aprender a lidiar y a aguantarse solo mientras pasa la etapa de la crisis. Una que en toda relación que se respete alguna vez viviremos. Esa en la que creemos habernos equivocado en nuestra elección, en la que hastiadas de todo, queremos un cambio y no entendemos que ese mismo cambio se puede dar dentro de la relación misma.
Recuerde que tras la tormenta generalmente viene la época de las aguas mansas, que por nuestra misa intolerancia femenina o masculina, muchas nos llegaremos a sentir atrapadas dentro de una relación que hemos elegido desdibujar y que si aguantamos lo suficiente para saber lo que vendrá en el capítulo siguiente, tal vez hasta logremos moldear a ese compañero de por vida con el que tantas veces hemos soñado


Pero tampoco pretendo vendarlos, sino más bien ayudarlos a interpretar bien las señales y a entender la diferencia entre una relación que bien podría valer la pena y otra que es una verdadera pena.

Jorge Lujan

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